Luego de hablar con la serpiente, mordió la manzana y salió
corriendo.
Por vez primera fue consciente de sus formas, de su cuerpo, de
su desnudez…
Terminó la manzana hasta el último bocado; no había duda era
deliciosa.
De pronto se acordó
de su compañero, no había ya qué ofrecer.
Corre hacía él, con la dulzura aún en los labios
Quiere compartir el inexistente
fruto,
Desea que él experimente el mismo sabor, su exquisitez…
Ya no puede volver al árbol
prohibido ….
Y en medio de la tristeza se da
cuenta que ella es el mejor fruto
Y se ofrenda a él…
Desde ese día son parias,
Vagan por fuera del cielo, arando
la tierra, trabajando con ahínco por un mendrugo de pan …
Lo que no sabía el creador era que
el paraíso lo llevaban consigo,
Y que a pesar del trabajo y la
estrechez siempre tendrían en el cuerpo del otro las mieles del
Edén…